Desinfoxícate
- AITIA BienEstar

- 11 dic 2020
- 4 Min. de lectura
Quizás ya hayas oído la expresión "infoxicado", o quizás este es tu primer contacto con esta palabra que ha venido a resumir en un solo concepto un fenómeno que tiene preocupados a psiquiatras, neurólogos, psicólogos, profesores, y profesionales de distintos ámbitos.

Con la irrupción de internet, el acceso a la información se masificó y comenzó a estar al alcance de cualquiera que contara con una computadora y un modem. Con los años, la internet inalámbrica (WiFi o 4G) junto con smartphones y tablets hicieron posible que estuviésemos conectados permanentemente, y que tuviéramos fuentes inagotables de información (y distracción) al alcance de un par de clicks.

El poder acceder desde cualquier lugar y en cualquier momento a fuentes de información es algo maravilloso, especialmente si se tiene en cuenta que durante siglos, la información estuvo contenida en unos pocos libros, y almacenada en oscuras bibliotecas vedadas excepto a monjes, académicos y miembros de la nobleza.
Pero todos estos avances por maravillosos que sean, traen aparejados un problema para nuestra salud mental y nuestro bienestar psicosocial. La sobrecarga de información, y el estar hiperconectados nos está pasando la cuenta.
Entre las innumerables distracciones que buscan captar nuestra atención desde la pantalla del teléfono móvil, el bombardeo constante de correos electrónicos del trabajo, la obligatoria cuota de participación en redes sociales (ya sea como expectador o emisor de contenido), un adulto promedio pasa alrededor de 5 hrs. diarias mirando la pantalla de su teléfono móvil.

Cada vez hay más personas que caminan mirando la pantalla de sus dispositivos móviles, otras comen mirando la pantalla sin apenas alzar la vista para dialogar con los demás. Otros, usan sus horas de ocio para estar tumbados en la cama o en algún sillón con el teléfono celular o el tablet en la mano, sin poderse desconectar.
Así, el sedentarismo va ganando terreno, y se renuncia a interactuar con la naturaleza.
En tiempos en que la libertad ha cobrado mayor vigencia que nunca, llama la atención cómo tantas personas han renunciado a ellas esclavizados por las pantallas.
Las consecuencias de esta adicción a la tecnología saltan a la vista. Las personas se han vuelto más sedentarias y distantes. Les cuesta concentrarse, y no son capaces de desarrollar ninguna actividad que se hayan propuesto sin la interrupción de algún mensaje o notificación. La calidad del descanso también se ha deteriorado, pues las pantallas emiten una luz azul que afecta el ciclo circadiano e inhibe la conciliación del sueño. Cada vez hay más jóvenes y adultos que duermen menos de lo que su cuerpo requiere, y se sienten cansados y poco productivos al día siguiente.
Otro problema que se ha detectado, tiene relación con que el exceso de información dificulta la toma de decisiones en un tiempo acotado. Las personas ante la casi infinita cantidad de datos, postergan una decisión en un extenso y agotador proceso de comparaciones sin fin. Han quizás ahorrado algo de dinero en el caso de una compra, pero han perdido valiosas horas de tiempo tomando una decisión sencilla.

Varias investigaciones muestran que las redes sociales, además de adictivas (no debe olvidarse que el valor de su cotización en la bolsa está relacionada con el tiempo que pasan los usuarios en ellas), pueden tener un efecto perjudicial sobre el estado de ánimo y el autoestima de algunas personas. En primer lugar porque al estar expuestas tantas horas a estímulos atractivos (las personas publican lo que quieren que se vea), el contrapunto con su vida aburrida y rutinaria puede parecer extremo a la vez que injusto. El caso de la dueña de casa que ve perfiles de ex compañeras de colegio en cenas románticas, viajes, actividades divertidas, haciendo ejercicio o cuidando la naturaleza, podría inducir a idealizar la vida completa de esa persona y devaluar la propia, ignorando que quizás esa mujer es tan o más desdichada que ella, solo que eso no lo publica.
Además, existe el uso comercial de las redes sociales. Quiérase o no la exposición a productos y modas es inmensa. Las personas se ven incentivadas al consumo, y es allí cuando pueden surgir problemas.
Otra arista poco feliz, es el del enjuiciamiento social. La ansiedad que se genera con cada posteo frente a la eventual cantidad de "likes" o "me gusta" que obtendrá la publicación, y la desilusión que surge cuando no recibe la retroalimentación deseada.

Otro problema que se ha observado es la falsa ilusión de proximidad. Muchas personas creen que los mensajes de texto o los posteos en el muro de Facebook equivalen a una interacción directa. La espontaneidad y la realidad de un contacto real no se pueden llevar a cabo salvo en muy específicas condiciones a través del espacio virtual, donde aún así, la experiencia sensorial será mucho más pobre. Es asombroso constatar la cantidad de personas que reportan sentirse más aisladas y vacías mientras más tiempo permanecen conectadas en las redes sociales.

Este artículo no pretende demonizar a la tecnología o a las redes sociales. Sin embargo, busca que se las utilice de manera racional y segura, por lo que a continuación compartiremos algunos tips:
Establece horarios para estar disponible en redes sociales incluyendo WhatsApp. Si quieres leer o ver una película, o necesitas trabajar o simplemente compartir con tu familia y amigos, quizás debas advertir que no estarás offline.
No duermas con el celular o tablet en tu habitación. Recuerda el poder adictivo de aplicaciones y plataformas de entretenimiento como Netflix. Si quieres dormir bien, restringe el uso de pantallas a lo menos 30 minutos antes de dormir y deja el móvil en otra habitación.
Desactiva todas las notificaciones de aplicaciones. De ese modo no estarán distrayéndote constantemente mensajes como "Patricia ha comentado la foto de Consuelo". Tú decides cuándo y dónde revisar las redes.
Activa los filtros contra la luz azul en tu móvil o tablet cuando debas utilizarlos de noche. De esa manera el daño a tu capacidad de conciliar el sueño será menor.
No comas con el celular al alcance. Saborea la comida, conversa con tus cercanos, practica la atención plena. No pasa nada si no estás mirando la pantalla.
El control de tu vida está en tus manos. Es sano poner límites. No permitas que la tecnología y el exceso de información te hagan daño a ti y a quienes quieres.
Desinfoxicarse es un proceso lento y a veces difícil. Si tienes dificultades para estar sin tu teléfono celular, o sientes la necesidad de estar conectado a las redes sociales, quizás estés presentando síntomas de adicción y requieras ayuda para poderte liberar.

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